Cazando (Altair y Emily)

Apunto al emplumado con mi arco y disparo, le doy de lleno en la pierna y sonrío de lado.
-Ha sido un placer negociar contigo-le digo con sarcasmos, este me mira temeroso y simplemente sale corriendo, bufo y dejo caer el arco que el había quitado segundos antes al suelo, de verdad, hoy en día estos ángeles no saben pelear, me acerco a un árbol por el que había pasado antes y cojo mi chaqueta negra del suelo me la pongo y me silueta se realza más, me recojo el pelo en una coleta y me dispongo a irme.

Aún no sabía por qué demonios siempre me tocaban a mi los peores lugares para vigilar. Además siempre había tenido muy mala suerte y siempre pasaba algo. Caminaba tranquilo hasta que vi como un ángel blanco como yo caía al suelo con una flecha clavada. Fui hacia él e intente curarle la herida tan bien como pude antes de ir a ver quien había sido el culpable.

Cuando vi la melena dorada no pude creerme mi mala suerte y rodé los ojos. Me puse detrás de ella pero a varios metros de distancia.

- Creí haberte dicho ya que el tiro al angel está mal visto.-dije ironico.

Estaba demasiado aburrida hoy. ¡Quería diversión! Sexo, alcohol, un montón de cosas que sólo el placer podía otorgarle. Claro, ella no era la misma, esta vez, su personalidad alocada había salido y tenía unas enormes ganas de tirarse a alguien. ¿Qué podía decir? Hace tanto tiempo que Em no salía y ahora, por primera vez, deseaba un fogoso encuentro que le aliviará. Al menos, provocar dolor a algún tonto y estúpido angelito blanco le daría placer. Pero no el tipo de placer que estaba buscando.

Eso pensaba mientras caminaba por el campo de tiro, había querido buscar a alguien lo suficientemente merecedor de su cuerpo para que la satisfaciera, pero seguro no encontraría a nadie más. Así que tenía que conformarse con ver el montón de estúpidos pasar a su lado, ella pensó, sonriendo de medio lado cuando vio a un ángel blanco caer desplomado por una flecha. Miró en la dirección en la que había venido y observó a Lilith, la reina de los demonios, sonreír satisfecha. Em aplaudió tal hazaña cuando Altair, aquel ángel blanco que el había llamado la atención hace algún tiempo, se acercó.

-Vaya, ¿qué tenemos por aquí? -preguntó, riendo suavemente mientras caminaba hacia el ángel derribado y lo pateaba con un poco de fuerza- ¡Altair, creo que lo haz curado mal! -exclamó, riendo, mientras volvía a golpearlo. Parecía una niña pequeña fascinada ante la expresión de dolor del ángel. - ¡Hola Lilith! -gritó, alzando la mano en forma de saludo mientras volvía a patear al ser blanco- ¡Buen tiro!

-Creí haberte dicho que meterse conmigo era mortal-le respondo sin inmutarme, veo al ángel y al ver la escena corre a ocultarse tras Altair, miro al susodicho y bufo.
-El pobre idiota intentó matarme, porfavor, ni siquiera tiene las alas bien puestas-le digo con tranquilidad, me poyo en un árbol y me cruzo de brazos dejando caer mi cuerpo hacia el árbol.
Veo como Emillie aparece y sonrío de lado-¿Que te he dicho niña? no juegues con la basura, venga, déjale ¿esque no os he educado bien?-le pregunto sonriente, ais mis niños

Sonrío de medio lado cuando aparece el otro ángel. También la conocía y al parecer aquello empezaba a volverse una reunión familiar. Las miré a ambas y después rodé los ojos.

-Vaya Lilith, ¿ahora te dedicas a criar ángeles negros? -dije mirandola fugazmente.

Miré al ángel blanco que había en el suelo. Era un aprendiz, seguramente hacia poco que era un ángel blanco y ya había osado de impertinente e irresponsable. Nunca debes enfrentarte a alguien más poderoso que tú.

- Será mejor que me lleve a mi amigo y os deje en vuestra querida reunión familiar.-digo con sonrisa ironica.