Descanso [Libre]

Sonrío al escucharle y decido reservarme la parte que nadie sabe para mí. Esto era lo que hacía su Dios, insertarles unos ideales en la mente como si de un ordenador se tratase.
Era la primera vez que alguien me miraba así, solo Azazel se atrevía a mirarme tanto tiempo seguido, debía admitirlo, Altair tiene huevos...pero no más que yo..y eso que yo no tengo.
-Eso no lo puedes saber, demonio es solo una definición, venga Altair, mira dentro de mi si tienes valor claro, pero por lo que veo, lo único que eres es un cobarde, te da miedo averiguar que tu Dios no es lo que crees.
En ningun momento aparto la vista de él-entonces huye y ve con tu señor.

Seguí clavando la mirada en la de ella, sabía lo que intentaba. Era conocedor de la gran cantidad de ángeles que habían caido durante todo aquel tiempo. Si ahora era la justicia era porque siempre acertaba con mis decisiones.

- No tengo miedo de saber que tienes dentro.-dije seco.- Simplemente ya he visto el interior de muchos demonios como tú. La cubierta de fuera no os diferencia de lo que sois por dentro.

Ella era igual que todo el resto de demonios que había visto. Todos con ansias de poder, de matar a su propio señor y de poder hacerse con todo.

- Yo nunca huyo, y si has oido hablar de mi ya lo deberías saber.

Lo cierto es que sobretodo cuando me convertí en angel y no recordaba ni quien era, me volví temerario, hubiese dado la vida sin importar.

Pobre tonto, tal y como le tengo ahora le podría matar, solo tendría que quitarle la cabeza con una de mis manos y quemarle...pero no, tengo otra cosa en mente para él.
Le escucho con atención, mentira, en realidad lo que dice no me importa, todas sus palabras son palabras del de arriba.
-Es decir, soy hermosa también por dentro?-bromeo y con un solo movimiento hago que giremos para quedar sobre él.
-¿Crees que mirándome así me vas a intimidar? Y yo no soy como los demás, eso que te quede claro.-Por algo me habían coronado como la reina de los demonios, era la mejor entre las mejores, mi crueldad llegaba lejos, pero mi odio hacia el pichafloja de arriba mucho más.
-Si no huyes, atrévete a ver lo que tengo dentro, te puedo asegurar que verás cosas que no has visto nunca.

Reí sarcásticamente cuando se llamó hermosa, era vanidosa, como todos los ángeles y en especial como todos los ángeles caidos o negros. Eran seres que no merecian perdón alguno.

- No, sabes que no me referia a eso.-dije serio.

Pocas veces sonreía, y en aquella ocasion no lo haría, eso por supuesto. Me sonreí a mi mismo cuando dijo que ella no se intimidaba, no lo pretendía.

- Y crees que yo lo haré por el hecho de que me mires así? -dije serio.- Es así como miras a los demonios para que te obedezcan o se acuesten contigo?

Sabía de las leyendas que hablaban de ella como la más promiscua del infierno, todos los demonios poseían esa promiscuidad.

- Veré las mentiras y todo aquello en lo que estoy en contra.-dije retador.- Ahi dentro solo tienes pecados.

-Umm¿entonces a que?¿elegancia?¿carisma?-escucho lo que dice y no puedo evitar pensármelo, la verdad esque respecto a los demonios ellos solos venían a mi, era como un imán, como todos creo, aunque lo mio era algo más amplificado, demostrado está incluso.
-No me hace falta mirarles así para que me obedezcan o se acuesten conmigo-cosa que pocas veces ocurre, soy infiel solo cuando es necesario, pero esque alteran las leyendas de tal manera que a veces no puedo evitar seguirle la corriente a tales leyendas.
-¿Porque crees que tal y como te estoy mirando ahora significa algo de eso? ¿funciona?-le pregunto alzando una de mis cejas sonriente. Ante sus últimas palabras me pongo seria y acerco mis labios a los suyos y sin llegar a tocarlos hablo.
-Tienes mi permiso para ver tales mentiras y todo aquello en lo que no crees según tú y solo podrás juzgarme cuando mires dentro, no antes-le susurro en voz baja.

-No, conmigo no funcionan esas cosas.-dije mirandola severamente.- Eres un demonio por lo que nada de lo que venga de ti es de fiar.

Escuché atentamente sus palabras y después negé con la cabeza, no pensaba ver lo que habia en su interior ya que no quería dejar que me embaucase con sus mentiras.

- Seguría pensando lo mismo de ti, ¿Además por que tanto interes?-dije curioso.

Un demonio que tantas ganas tenia de que viera su interior...normalmente era al revés. Ellos se escondian a mis ojos y nunca osaban mirarme directamente. Creo que tanto ella como yo estabamos rompiendo esa costumbre.

-Y tu eres un ángel, en vuestro mundo solo os fiáis de los ángeles.-le respondo con toda la tranquilidad del mundo.
-No tengo interés, pero me gusta enseñar la verdad y sabes que te estoy diciendo la verdad, por algo caí...por decirla-y era verdad, yo no me callaba nada y decía las cosas a la cara no me importaba si resultaba bueno o malo para mí.-¿tanto miedo te da salir de dudas?sabes que no te puedo engañar cuando de mi interior se trata, eres el ángel de la justicia, o eso es lo que haces creer, pero de acuerdo, si no quieres ver, no hay problema alguno, que conste que te lo advertí, cuando algún día te ocurra algo que jamás olvidaras vendrás a mi.
¿Porqué no paraba de mirarme?, gruño mosqueada.
-Si no vas a ver nada, deja de mirarme así o juro que te rompo un hueso.-le amenazo, ya estaba haciendo mucho dejandole con vida..otro punto a mi favor, si mi marido se entera, no me hace nada, si estuviera bajo la ley de Dios y fuera al revés, ya estaría muerta o castigada.
-Yo que tú dejaría de hacerlo porque tu señor se puede mosquear.

La miré enfadado cuando dijo que hacia creer que era el ángel de la justicia. Claro que lo era...Siempre acertaba con mis decisiones.

- Y lo soy...-dije orgulloso.- Pero no quiero convertirme en el angel de la estupidez.

Aparté la mirada cuando dijo que porque la miraba así. Sonreí divertido por haberla incomodado aunque no sabia porque le molestaba tanto. Siempre torturaba a todo el mundo de aquel modo ya que nadie esta a salvo de los ojos de la justicia.

- ¿Te molesta tanto que te mire? -dije serio.

Después pensé en Dios. Él no se enfadaría ya que estaba seguro de que entendía a la perfección mi posición.

- Él confía en mi criterio.-dije mirandola de nuevo.- No seria justo matarte ahora ni castigarte.

-¿Y porque te iba a convertir en el ángel de la estupidez?-pongo los ojos en blanco y me acabo apartando cansada, este tiene mas pluma que pichafloja y eso ya es decir.
-No me molesta, pero si no me das una buena explicación no me mires así.-le comento antes de dejarme caer sobre el césped y estirarme con los brazos extendidos hacia arriba.
-¿No es justo? venga ya, si estoy en busca de orden y captura, pero aunque lo intentaras, tú no podrías conmigo, soy demasiado poderosa para ti, ángel insignificante.

- Por dejarme convencer por ti.

Aquella mujer no sabia nada de mi y ni siquiera se molestaba, era como los demás demonios así que me limitaba a tratarla igual que a ellos. Yo no podia traicionar a Dios, él había sido el único que me recogió cuando era solo un niño...un mortal.

- Está bien, entonces dejo de mirarte ya que no tengo razones especiales para hacerlo.-dije seco.

La vi tumbarse en el suelo. Estaba seguro de que ahora me tenia en mala consideración, pero ya debia tenerme antes.

- Tienes razón, pero yo no soy quien debe llevarte ante Dios ni pienso hacerlo. -dije serio.- Además tienes razón, un ángel no puede competir con tu poder. Pero llegará el dia en que encuentres la horma de tu zapato, sea cual sea y como sea.

-Que manía, no te intento convencer, solo te intento enseñar algo que ha ocurrido en su momento, no tiene más. Perfecto no me mires.
Enarco una ceja al escucharle, ¿ porqué se contradecía a si mismo?, lo miro sin entender
-Osea que el ángel de la justicia no es quien para llevarme ante él...me gusta-sonrío ampliamente, era una capulla y él no se fiaba de mi y eso me ponía, que se le va hacer..
-Dime algo ¿Te atraigo?

Miré a la chica y sonreí cínicamente cuando dijo si me atraia. La respuesta era tan clara que me avergonzaba de ella por lo que la miré de nuevo.

- Supongo que sí, como atraes a todos. Al fin y al cabo, pese a ángel fui un hombre.-dije para luego girarme a mirar a otro lado.

Los puntos debiles de los hombres eran los mismos angeles o no.

Me río para mis adentros y me muerdo el labio inferior, solo una noche...Acerco mi mano a la suya y tiro de él hasta tenerlo muy cerca de mi.
-Y si te atraigo...¿Porqué no dejas que te enseñe de lo que soy capaz?-le pregunto en voz baja mientras acerco mis labios a los suyos-te atraigo y no hay nada que puedas hacer al respecto, lo mejor es quitarte ese peso de encima...-antes de que diga algo rozo sus labios con los míos y puedo notar algo que me hace sentir...extraña.

Miré a Lilith sorprendido y después clavé mis ojos en los de ella de nuevo.

-¿Debería?-dije serio.

Aquello no estaba bien, pero conocía montones de ángeles caídos pero también de ángeles aún blancos que habían roto alguna regla. Quizá yo aún podia evitar caer.
Noté sus labios sobre los míos. Aquella sensación era rara...En el cielo no nos enseñaban aquello, era pecado...

-¿Porque tengo yo que decirte lo que debes y no debes de hacer? yo simplemente te aconsejo o te cuento lo que podría suceder si hago o hacemos ciertas cosas.-le cuento encogiéndome de hombros sonriente.
El que un ángel cayera o no cayera, dependía de él o ella, no de mí ni de ninguno de mis demonios, normalmente caen cuando descubren lo que es sentir, porque así es, ellos no sienten.
-¿El que te haya besado es un pecado?¿has muerto?¿te duele?-le pregunto enarcando una ceja y antes de que diga algo me vuelvo acercar a él y esta vez le beso con tranquilidad y prolongo el beso un poco antes que el anterior, una vez lo veo conveniente me separo un poco y le miro.
-¿Porque el que te bese en pecado Altair?¿estás muerto?¿te he hecho daño al besarte?-le vuelvo a preguntar esperando una buena respuesta.

No era tan fácil para mi, no. Siempre había creído en todo lo que Dios hacia, así que no me era tan fácil caerme de mi propio pedestal. Dios confíaba en mi palabra. Miré a Lilith pero mi cabeza parecia haberse trasladado. Él me estaría viendo, pero yo no era el primer ángel que hacia esto y él lo sabia. De hecho, había visto en el interior del mismo Dios cosas que ni yo imaginaba que existían. Nada era conocido para mi.

- Estoy confundido.-dije mirandola con cierto odio.

Sabía que odiaba el hecho de que me hiciera dudar y de que me hiciera sentir cosas raras para mi. No era un sentimiento, pero era cierta inquietud. No pensaba dejarme sentir.
Escuché su pregunta después del beso de nuevo.

- Estaba muerto antes de que me besaras...-dije ironicamente.- Pero la verdad es que como ángel blanco que soy, el candado de mi cabeza no me deja sentir nada. Solo inquietud.

-Solo tú tienes la llave de ese candado.-mi seriedad me sorprendió pero cuando se trataba de mostrar algo era así, Azazel me lo había enseñado por eso le quería, muchos pensaban que solo me uní a él por su estatus y no tiene nada que ver, simplemente vemos el mundo de la relaciones desde otro punto de vista.
Suspiro al ver que no hace nada y niego lentamente-Me odias por haberte creado la duda...¿raro verdad? odiar a alguien porque te hace sentir algo que nunca habías experimentado.-acaricio su mejilla y me aparto no pensaba hacerlo yo todo.
Me levanto con la misma elegancia con la que me tumbe y le miro de él dependía seguir con esto yo ya no podía hacer nada más, noto como el viento frío choca contra mi piel que se encuentra al descubierto y me cruzo de brazos, sin decirle nada me dirijo a una camino externo que me lleva a la cueva y antes de entrar en ella me giro para mirar a Altair, le dedico una sonrisa de lado y me vuelvo a girar antes de entrar en la cueva lo que más me gustaba esque la cueva tenía varias salidas, quien sabe, puede que le vuelva a ver o no...